vida postindustrial #02#
Me estoy lavando los dientes durante más de un cuarto de hora en el vacío total y ahora que vuelvo me doy cuenta de que las encías me sangran a borbotones de tanto frotar. El cepillo rebosa espuma con sangre. Perro rabioso. Voy tan pedo que no me duele la boca. Me enjuago y tal, pero las encías no paran de sangrar. La sangre se acumula entre los dientes formando hilillos, lo cual, junto al tembleque de las mandíbulas y los ojos como platos , me confiere un aspecto ensordecedor. Pequeñas rutinas tan interiorizadas que las repite uno como un autómata, por ciego que vaya.
Me acuesto. Doy vueltas, me pica todo. Me revuelco como un perro. Me da gusto. Me molesta. Me meo. Me voy a mear. El túnel lleva hasta el espejo, el espejo al más allá. El váter está lleno de pelos que se mueven. El espejo al túnel y el túnel al mundo. No puedo dormir. Los oídos me pitan. Voy a ordeñarme la antena, la única manera que conozco para expulsar la anfeta de mi cuerpo. Todas las mujeres de mi vida pasan por delante de mis ojos en una paja infinita, me quema la uretra y la punta del capullo. Lanzo chorros de lefa venenosa. Agua de vida, agua de muerte. Sigo sin poder dormir y todo mi cuerpo zumba como un zángano del espacio exterior. Hijos puta, me han dado meta.
La Londra, año 2001.
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